Se vale llorar. Se vale ser vulnerable, pero de esa vulnerabilidad debe venir la fortaleza para seguir. Emprender es un camino lleno de piedras, donde debes partir de tu verdad, donde debes aprender a delegar.
Un día nos levantamos y comenzamos a sentir un llamado que no es fácil definir. Simplemente nuestra alma nos hace ver que quizás nuestro camino es uno diferente al que actualmente estamos llevando a cabo.
¿Cómo diferenciar el querer cambiar de una simple pataleta? ¿Cómo aclarar nuestros propósitos y desde allí ver hacia dónde dirigir en nuestra energía?
Hay momentos en que la vida te abre los ojos a nuevas realidades. Momentos en donde somos testigos de dolores ajenos, o incluso donde los propios, nos llevan a recorrer el camino del autodescubrimiento. “Uno no se reinventa, se reconstruye”. Hay momentos de quiebre en donde sabemos que la vida tiene que cambiar.
En mindfulness hablamos del momento presente, y hacemos mención a ese instante entre algo que pasa y el momento en que reaccionamos, ese pequeño instante en el que tenemos la opción de escoger, un camino o el otro, una respuesta, una actitud etc.
Tomar la decisión de cambiar de país, es un dilema. Dejar nuestra familia o parte de ella, nuestros amigos, rutinas, costumbres es un paso no tan fácil de dar, o quizás fácil de dar más no tan sencillo de llevar a cabo.