La Sofi comenzó a nadar cuando era bebé, en su jardín infantil había todo un programa de estimulación y la música, el arte y la piscina fueron sus primeros compañeros de vida y creadores de experiencias. De la natación se enamoró y siguió con ella hasta que un día a sus 16 aprox, dijo … “NO MÁS, no voy a nadar más competitivamente, no quiero buscar una beca por ese lado y me cansé”.
Costó trabajo respetarle su cansancio, en mi cabeza resonaba su voz cuando aún pequeñita y a media lengua me decía “mamá, es que yo soy aguatica”, pero mi corazón la entendía. Competí en equitación hasta los 17 y la verdad en mi país, era poca la alternativa que tenía yo de decir, no estudio y me dedico únicamente a los caballos, aunque hoy en día me cuestiono y juego a imaginarme la cara de mis papás donde lo hubiera hecho. No creo realmente que me hubieran dicho que no, pero tampoco pienso que hubiesen sido los más felices de la vida.
El tiempo pasa, su decisión … digo la de Sofi, se respetó al máximo, nadaba solo en los momentos en que le nacía, entró a la universidad y de repente, de la nada, hace un año vio a su papá terminar el 70.3 de Chattanooga, me miró y me dijo: “Mamá, yo voy a hacer esto”, confieso que un poco escéptica le dije OK, nice, pero ya ves lo mucho que entrena tu papá para hacer esto y lo jodido que es combinar, trabajo, casa y todo lo demás para llegar hasta donde él ha llegado. La idea le quedó dando vueltas en la cabeza y lo hizo, contactó al mismo entrenador del papá (un español fantástico que virtualmente hace todo) y comenzó sus entrenamientos. Hace dos semanas, hizo su primera distancia sprint y quedó 3ra en su categoría, hizo podio, entró a la meta con su papá y sus lágrimas de felicidad de haber terminado la primera tri en su vida fueron tan pero tan profundas que no escribir estas letras en realidad sería dejar pasar uno de los momentos más significativos y determinantes en su vida. Una vez hecha la primera, lo demás es historia, en lo que queda del año hace dos más. Ya no para y esta mamá espera que ella no pare.
El liderazgo de alto rendimiento se lleva en la sangre en parte, se construye a lo largo de la vida con disciplina, constancia, convicción y mucha inspiración, siempre se tendrán momentos en que quizás el telón se cierre por falta de motivación pero tu esencia siempre tendrá aquello que de pequeño eras y que quizás archivaste con o sin convicción.
Donde pones el foco va la energía ¿Qué meta tienes hoy?
Go For It … NOW
Ana