El miedo, el temerario, el que cuando aparece nos hace actuar de formas distintas. El que en algunas ocasiones nos hace prender motores y seguir con más fuerza, o el que nos paraliza y nos deja quietos como si estuviéramos en una película donde nuestro cerebro y nuestro cuerpo se quedan congelados.

¿Qué pasa si nos damos cuenta, “genuina cuenta” de que el miedo es normal?

¿Qué pasa si cuando llega y lo sentimos, logramos entrenar nuestro cerebro en identificarlo y no resistirnos a sentirlo?

El miedo se alimenta de pasado, es feliz regodeándose en tu cerebro diciéndote que eso que estás a punto de vivir, en el pasado lo viviste y no te salió bien, o peor aún, que a alguien que conoces le pasó algo y en seguida lo haces tuyo y sientes que te va a pasar lo mismo.  El miedo se alimenta también, de la ansiedad del futuro, y es feliz repitiendo frases en tu cerebro del estilo de:

• No eres suficiente.
• No eres capaz.
• No vas a poder.
• Te vas a hacer daño.
• Vas a sufrir.

En fin, la lista podría ser larga …

No intentes controlarlo cuando venga, identifica dónde lo sientes, analiza lo que tu mente te está diciendo, todos tenemos la capacidad de razonar el miedo, de reinterpretar aquella programación con la que viene. Toda emoción nos trae información valiosa para nuestro crecimiento.

Cuando sientes el miedo ¿En qué parte del cuerpo lo sientes?

Cuando esa parte del cuerpo te avisa que algo pasa ¿Qué pensamiento automático se viene a tu cabeza?

Cuando llega ese pensamiento automático ¿Qué reacción igual de automática tienes?

Si analizas la secuencia de las preguntas te darás cuenta de que puedes responderlas, y si puedes hacerlo, también estás en capacidad de identificar el miedo, bailar con él y no verlo como el temerario mayor, sino como el amigo que de cuando en vez aparece para decirte que hay algo en ti que debe cambiar.

Ayer, escuché una definición de coraje que me pareció hermosa … ¡Coraje: Es miedo caminando!

Así que dale, no intentes controlar … Solo FLUYE

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